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Me acordaré de ti, Elena.

Tras
esa apariencia frágil, extremadamente frágil, había una mujer fuerte,
de carácter, y extremadamente sensible. Se alimentaba de filosofía, de
música, de mirar ese paisaje rocoso frente a su casa, que le inspiraba.
Pensaba en grande. Nunca dejó de crear, de explorar nuevos caminos en el
arte conceptual. En los últimos años, sólo vídeos. Menos es más. Blanco
y negro, formas simples obtenidas de proporciones matemáticas. Ritmos,
armonías del siglo XXI.

Ha muerto haciendo lo que le dio la gana hasta el último minuto. Ha sido dueña de su vida.

Me acordaré de ti, Elena.

Larraitz Arretxea